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Primarias Abiertas: el inicio del fin

Muchos han rasgado vestiduras buscando causales sobre la escasa representación de los partidos políticos, y el sistema institucional de representación, en la sociedad chilena. No han sido tímidos en sus postulados y han identificado el motivo del problema, tanto en hechos de índole estructural, como de índole política. Así algunos han incluso expresado que la poca representación ciudadana de los Partidos Políticos pasa por la anacrónica organización de los mismos, lo que sin duda, lanza al tacho de la basura casi dos siglos de teoría partidaria. El llamado es a no ser simplista e irresponsable con los dichos, sino a hacerse cargo de los mismos.

El proceso de baja representación, arriba descrito, no es más que la causa del natural proceso de crisis por el que pasan las organizaciones de representación política a lo largo de su existencia ¿como olvidar la escoba de Carlos Ibañez del Campo? Una situación como la aquí descrita no es nueva en la historia republicana de nuestro país y el mundo, por tanto, yo resto dramatismo a la crisis de representación y descarto que esta sea de carácter estructural y permanente.

La pregunta que debemos hacernos es: de que manera apresuramos la superación de la crisis de representatividad. A mi parecer, la respuesta es la siguiente: adaptándose, los partidos políticos, en sus programas, relatos y decisiones, a las nuevas formas de representación y participación demandadas por la ciudadanía. Por tanto, debemos avanzar en el aumento del protagonismo ciudadano en la decisiones estatales. Esto no pasa por terminar con el monopolio sobre las decisiones de asuntos públicos que hoy detentan los partidos (de otra manera sería avanzar hacia el anarquismo), sino en disminuir las materias que son motivo de este monopolio.

Así la ciudadanía debiera elegir a sus autoridades políticas regionales, tener iniciativa de ley y poder elegir a los candidatos de los conglomerados políticos a los que se siente afín.

Es inevitable concluir que las primarias abiertas ayudarán, significativamente, a superar la crisis de representatividad que adolece nuestra sistema. Por tanto, éstas asoman como un imperativo que el sistema y los partidos debe catalogar como ético. Si asumimos que el ciudadano puede agruparse con el fin de presentar proyectos de ley al parlamento y elegir a los candidatos que se presentarán a los principales cargos de representación popular, debemos concluir que su descontento con el sistema político será menor, y por tanto, también con los partidos políticos que son miembros del mismo.

Diferencio las primarias a que hago mención con la intromisión, que pretenden algunos, haga la ciudadanía en las decisiones internas de los partidos políticos, mediante las primarias abiertas y vinculantes para elecciones intra-partido. En efecto, no tengo por objeto motivar ni menos argumentar a favor del reemplazo de las instancias de decisión partidarias por unas de decisión ciudadana. El reemplazo implicaría una desnaturalización de aquellas al punto de hacerse prescindibles las colectividades partidarias. Además de lo anterior, propenderíamos a la permeabilidad de la estructura partidaria e indisciplina y desorden programático y electoral. Esto último toda vez que el candidato deberá obediencia a una instancia extra-partido

Para que las primarias abiertas sean virtuosas a los partidos políticos, y al sisyema todo, estas deben pronunciarse sobre asuntos de conglomerados políticos.

Es indudable que las primarias significan un acercamiento directo a los ciudadanos, un mecanismo de transparencia partidaria y un instrumento para oxigenar este sistema político, pero no son un fin en si mismas, el resto del trabajo depende de la voluntad que tengamos todos los miembros de este vilipendiado, pero necesario sistema.


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