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Una historia con consecuencias

No acostumbro a hablar de mí, es más, me cuesta incluso el solo hecho de hablar, pero en esta ocasión hare una excepción y contare una experiencia que tuve un tiempo atrás.

Melipilla es una ciudad que poco a poco ha ido creciendo en infraestructura, comercio, entretención, como así mismo, en población. Tenemos Mall y hasta incluso un equipo de fútbol en primera división. Pero no hay que olvidar que esta ciudad desde siempre ha sido una cuidad agropecuaria y nuestra gente tiene la fama “de ser de campo”.

En una visita que realice, fuera de Melipilla, a unos familiares, ahí me encontré con un trabajador, de manos magulladas y rostro rasgado por el sol, un buen amigo, que estaba negociando el término de su contrato con su empleador este último le ofrecía una cantidad menor a la que correspondía por años de servicio.

Le explique a mi amigo que en este caso (término del contrato por mutuo acuerdo) no tenía derecho a recibir indemnización alguna, o puesto de otro, que el empleador no estaba obligado a indemnizarlo, y que por lo mismo, si quería acordar el término del contrato de trabajo y negociaba una indemnización más alta posiblemente podía quedarse sin nada.
A esta altura del relato no identificaba ninguna anomalía: El trabajador quiere terminar el contrato al igual que el empleador y este generosamente le entrega una cantidad de dinero que por ley no está obligado a hacerlo. ¿Pero dónde está la cuestión?

Mi amigo continúo con el relato, quizás con la esperanza que yo pudiera decirle si le estaban pasando gato por liebre o no, (en ese momento yo estudiaba para mi examen de derecho laboral así que más atención colocaba) y me cuenta que después de este acuerdo el empleador pretendía volver a contratarlo. En esta situación se encontraba él y varios compañeros más y es en este nuevo contrato donde se descubre la verdadera intención del PATRON.


El empleador le ofrecía una indemnización que comprendía 4 meses menos de los que le correspondería por “mes por año de servicio” y a esto le sumamos un total de 40 trabajadores el empleador se está ahorrando 160 meses de indemnización.

Ahora bien, imaginemos que este empleador, semanas más tarde, les celebra un nueva contrato a cada uno de sus empleados y al mes los despide, el empleador solo debe pagar una indemnización convenida en el contrato, porque el trabajador solo estuvo un mes trabajando para él.

Entonces la jugada es súper simple, si no hubiera llegado a acuerdo para terminar el contrato con sus 40 trabajadores hubiera tenido que despedirlos (seguramente por necesidades de la empresa) y se aplicaría la indemnización “de mes por año de servicio”, pero al llegar a un acuerdo económico puede volver a contratarlos y después despedirlos antes que cumplan un año de servicio y se ahorra 5 meses de indemnización, y calculado por los 40 trabajadores y por el sueldo mínimo la cifra haciende a $28800000 aprox.

Pero no siendo tan apocalíptico, imaginemos ahora, que el empleador celebra el nuevo contrato de trabajo sin la intención de ponerle término inmediatamente, lo que está haciendo es descontando meses de servicio y así cuando tenga que despedirlos, la indemnización será menor a la que correspondería si no hubieran puesto termino al contrato por mutuo acuerdo.

Es en estas situaciones que las personas que nos decimos de izquierda y que estamos identificados con algún movimiento político es que debemos prender todas las alertas posibles y encaminar las voluntades para que cosas así no les pase a nuestros trabajadores.

Mucho queda aún por hacer para que las cosas estén un poco más iguales para todos.


Para terminar con este relato, les cuento que le dije a mi amigo que si todos se pusieran desacuerdo y no acordaran el término del contrato, tendrían que despedirlos y no les descontarían esos 4 meses -aunque le dije- lo mejor es que se organicen como un sindicato.


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