Apología de la Voluntad: fuerza, disposición y actitud
CASEN: Una medición de ayer para los pobres de hoy
Articulo publicado en www.cideconsultora.cl
Los resultados de la medición de pobreza, entregados hace un par de semanas, han despertado un interés en la ciudadanía, la que, podríamos decir, se divide en escepticos y confiados. Más allá de todo es necesario profundizar sobre este sistema de medición y los datos que éste entrega
www.cideconsultora.cl
Cristina y Evo: las apariencias engañan
El Senado y un Triunfo de Clase
Las Izquierdas Latinoamericanas
Las izquierdas que gobiernan en Latinoamérica han sido clasificadas y puestas bajo el escrutinio de estándares, en ocasiones subjetivados, que han llevado a sus adherentes, sean de unas u otras, a calificarlas como más o menos radicales, como más o menos revolucionarias; y lo que es peor, negando la existencia de izquierdas en aquellos países cuyos gobiernos no alcanzan a satisfacer los naturales requisitos de toda izquierda, que moralmente, pueda ufanarse de esa denominación. Aquellos, flaco favor le hacen a las transformaciones profundas y al Latinoamericanismo.
Si bien es posible identificar diversas “intensidades” en los gobiernos progresistas, la ponderación de las izquierdas puede conducirnos peligrosamente a un reduccionismo que nos haga conflictuar la coexistencia de todas ellas. Lo Anterior conduce al divisionismo y franccionalismo. Los conservadores y sus vertientes políticas, facilitadores de los intereses coloniales del norte americano, se benefician profundamente con un (aparente) escenario de reyerta.
El imperialismo no ha dejado de existir aunque ha mutado, desde la extensión territorial decimonónica a la extensión de los intereses de un país a otro para que este los haga propios y busque su satisfacción. Así por ejemplo, la criminalización del cultivo y consumo de sustancias alucinógenas existente en casi toda nuestros países, es producto de una política impulsada por la DEA en los finales de los años 80’ y principios de los 90’.
La cooperación e integración de las izquierdas Latinoamericanas es vital para la contención de las fuerzas represoras de los avances progresistas en el cono sur del mundo. Los gobiernos de izquierda, sean estos más o menos radicales, deben mantener una cooperación mutua y un entendimiento fluido que les permita, por una parte ser dique de los intereses extranjeros, y por otra, encontrar aliados en las ofensivas diplomáticas frente a adversarios comunes. Sólo un reconocimiento de objetivos comunes puede llevarlas al fortalecimiento.
El escenario político Latinoamericano de los últimos años, con las excepciones de Perú, Colombia y ahora Chile, ha mostrado una serie de gobiernos de izquierda o progresistas, distintos en sus realidades pero consientes de un objetivo común: la transformación estructural de la institucionalidad instalada.
El avance y profundización de estas transformaciones debe realizarse, en conocimiento de las diferencias, tácticas, estratégicas y programáticas, pero sin dar lugar a enfrentamientos que sólo acabarían beneficiando a los imperios que desean ver divididas a las fuerzas progresistas Latinoamericanas.
El Sistema Mayoritario y su Forma de Pensar
Los sistemas electorales se definen por una fórmula de decisión y una fórmula de representación. Así el primero establece el mecanismo de transformación de los sufragios en escaños estableciendo los ganadores y los perdedores, y el segundo, explica el objetivo político pretendido con uno u otro sistema[1].
Según la fórmula de representación, el sistema mayoritario, existente en nuestro país, pretende obtener una mayoría parlamentaria que busque generar una estabilidad política mediante el gobierno de un partido político o una coalición, fomentando y beneficiando el bipartidosmo y la generación de coaliciones. En cambio, el sistema proporcional aspira a reflejar en el parlamento las diversas fuerzas políticas al interior de una determinada sociedad, confiriendo a cada partido la representación parlamentaria equivalente a sus sufragios obtenidos.
Como se observa ambos sistemas distan bastante en sus fines, siendo el mayoritario un sistema de gobierno y estabilidad y el proporcional un sistema de representación y reconocimiento de las diversas fuerzas político-sociales.
Ahora bien, en este ejercicio de estabilidad política y gobierno de una mayoría, el sistema mayoritario cae en innegables deformaciones. En efecto, el sistema mayoritario deforma las preferencias emitidas por el elector y tiende a sobrerepresentar a las mayorías y castigar a las minorías. De este modo es posible concederle a un partido o coalición la mayoría parlamentaria sin haber obtenido la mayoría electoral. De la misma manera un sistema mayoritario dificulta el la representatividad de fuerzas políticas pequeñas, aunque representativas, al subrepresentar a las minorías.
Estas deformaciones son perfectamente perceptibles en nuestro país. Pensar en mayoritario, como suele hacerlo toda la clase política, es pensar en una pretendida estabilidad como si el sistema político chileno careciera de una solvencia e institucionalidad solida que permita contener en él a todas las expresiones políticas. Hoy quienes no desean modificar el sistema electoral no quieren hacer desaparecer aquella anomalía electoral que les concede una falsa mayoría. Un sistema como el nuestro desvaloriza la representatividad social y sus diversas y plurales formas de expresión, fomentando una falsa expresión mayoritaria que en su relato político no sostiene ni representa a la mayoría social.
Otra expresión de pensar en mayoritario en concluir que un sistema proporcional tiene al multipartidismo fomentando el fraccionalismo del poder político, conspirando contra la mayoría. Un sistema electoral no genera un ejercicio mecánico sobre la realidad socio-política de una nación, esta depende de una compleja sumatoria de elementos sociales, culturales, económicos, etc.
Concluir que nuestro sistema político es la consecuencia de una madurez social, cultural y política, es el imperativo ético que nos conmina a superar la apología de la estabilidad y avanzar, como ha sido en el mundo desde inicios del siglo XX, hacia un sistema proporcional y representativo de la diversidad política.
Por la profundización de la democracia lo invito a reconocer que Chile piensa en proporcional.
[1] Nogueira Acalá Humberto, Regímenes políticos Contemporáneos, editorial jurídica de chile, Santiago Chile, 1993, p. 97.
Mar
Grandes y humeantes pedazos de cemento desgarran tus fértiles entrañas. Mar de congoja y contemplación, me rindo a tu majestuosidad. Mas no todos son resonancia de mis capilares emociones.
Hoy te miro y me hipnotizo, me sumerjo y me envenenas hasta la sobredosis de tu ingente poderío
Ley del Tabaco y el Carácter Público
Las organizaciones que velan por el cuidado de la salud humana mediante las restricciones del consumo del tabaco y la promoción de las infaustas consecuencias que el humo del mismo tiene en la población pasiva, han trasladado su estrategias argumentativas desde la “disminución de los índices de tabaquismo”- es decir un argumento de carácter privado- a la “promoción de ambientes 100% libres de tabaco”- es decir un argumento de carácter público.
El desarrollo de campañas comunicacionales y el contenido de sus iniciativas políticas y sanitarias, se han centrado en hacer notar a la opinión pública que el tabaco, su consumo y comercialización, es un asunto de salud pública, y por tanto, es el Estado el que debe velar por el cuidado de los consumidores del “segundo humo”. La verbosidad argumentativa no es insumada, en esta nueva etapa, por el cáncer a la laringe o a los pulmones, sino por el daño que provocan los fumadores a aquellos que no cultivan éste vicio[1]. Por tanto, el Estado mediante sus instituciones, debe asegurar ambientes libres de humo donde no existan peligros para la salud (pública) de las personas.
Argumentaciones como las acá presentadas intentan soslayar, entre otras cosas, el contra argumento de la libertad individual y la autodeterminación[2]. Derechos que se han instalado (o empezado a instalar) como infranqueables para el grupo social.
Ahora bien, ¿no es el abortar una elección individual y autodeterminada? ¿El consumo de drogas no es propio de una elección individual? ¿Es el aborto, el consumo de drogas y la eugenesia un asunto de salud pública que deben ser prohibidos por el estado?
Todas estas acciones están dentro del campo de la libertad individual y la autodeterminación, por tanto, su prohibición, por parte del Estado, sólo debe ser entendida cuando estas acciones atenten contra un interés público. Hasta la fecha los argumentos vertidos son sólo de carácter naturalista, religioso, metafísico, valórico y clerical, carentes de contenido público, que por cierto, no son pertinentes a un Estado laico. Estos tienen un fuerte contenido moral y una aparente jerarquía de interés público lograda por la influencia conservadora y valórica de ancianas instituciones y sus lacayos.
Los logros políticos y comunicacionales obtenido por las organizaciones de salud durante estos días, nos hacen pensar que la defensa del interés público, mediante las instituciones del Estado, se puede lograr en base a una discusión amplia y pluralista donde el interés común (público) prime por sobre los intereses valórico-religiosos.
Un Estado laico y pluralista debe vestirse con los trajes de la sociedad y su democracia, que son los manufactureros de lo público. Y botar los ropajes decimonónicos de la sociedad confesional y moral.
La misma fuerza que nos motiva a defender una sociedad que defina, por si misma lo público, nos debe llevar a caminar unos metros para encender un cigarrillo.
[1] Los estudios más destacados de “Fundación Educación popular en Salud” contenidos en su página web, dicen relación a los ambientes libres de humo.
[2] Al respecto considérese la siguiente frase contenida en el acta fundacional de Liga Nacional por el Control del Tabaco: “Respetamos la libertad individual de aquellas personas que han decidido correr el riesgo de fumar. Pero para nosotros es indispensable que se respete el derecho de los demás a protegerse del humo del tabaco”.
Ampliación y Extensión del Movimiento Estudiantil
Sin duda será un año marcado por las elecciones municipales lo que producirá que la política y su agenda de un giro hacia la forma tradicional y republicana de su ejercicio. Por estas y otras razones, como el desgaste del año recién pasado, hacen presumir que este será un año que tenderá a la desmovilización estudiantil y que la gran empresa del movimiento consistirá en trasladar la agenda educacional y sus demandas a un año, que como fue dicho, tendrá un menor sustrato movilizador.
En este análisis compartido se indexan dos términos que han sido reiterados por los dirigentes estudiantiles, estos son: ampliación y extensión del movimiento estudiantil. En estos párrafos pretendo contribuir al desarrollo político de estos términos, que en una primera lectura, parecen símiles.
La amplitud significa “aumentar el tamaño original”, lo que conjugado con la frase “ampliar el movimiento a otros sectores”, muy utilizada por los dirigentes, hace concluir que el contenido político de la palabra es convertir a otros agentes sociales en sujetos del movimiento. La amplitud pretende contener en las demandas estudiantiles no sólo a estudiantes, sino también, a otros partícipes de la sociedad chilena, así por ejemplo, pueblos originarios, trabajadores, etc. Lo anterior apunta a abandonar el carácter gremial de las demandas (y del movimiento).
Por su parte el término extensión, menos desarrollado aún en su significado político, significa “ampliar la superficie” lo que conjugado con la frase “extender el movimiento estudiantil a otras universidades” es incluir a otros agentes del movimiento, que no se han incorporado con plenitud a éste, a las demandas y acciones del mismo, aumentando así, sus actores naturales. La extensión pretende incorporar a estudiantes que originalmente no están organizados en la CONFECH como lo son los estudiantes de las universidades privadas y estudiantes de la educación superior que no son universitarios.
Ambos términos son parte de una lectura política que pretende salir al paso de un año 2012 que se presenta más complicado y menos propicio para ser resorte del “relato” estudiantil y responder al gran desafió del presente año: superar el carácter gremial de las demandas.
Labels
- politica (1)